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Como es Vivir con MIedo a Volar en Avión

El miedo que despierta el avión va de menor a mayor. Empieza por lo que los pasajeros llaman ‘respeto’, luego temor a las tormentas, las turbulencias, el despegue y al aterrizaje (istock)

El miedo que despierta el avión va de menor a mayor. Empieza por lo que los pasajeros llaman ‘respeto’, luego temor a las tormentas, las turbulencias, el despegue y al aterrizaje (istock)

 “Era la noche, tenía un vuelo a la mañana siguiente y le dije a mi familia: no vuelo más”, recuerda Alejandro Rechanik sobre la noche que decidió que ya no iba a subir a un avión, hace ya casi 30 años. “La sensación era como que yo me sentaba en la parte de atrás y veía el fuselaje como un tubo interminable hasta que, finalmente, la aeronave se caía”. Alejandro es contador público y viajaba mucho al interior y a Montevideo. Pero después de esa noche, se transformó en usuario de micros y barcos. Durante 8 años no volvió a volar.

La angustia de Pablo Chamatropulos, importante funcionario del Municipio de Bariloche, empezaba varios días antes de volar teniendo malos pensamientos que se apoderaban de su mente. Siempre su temor era que el avión se caiga. En las horas previas al viaje, el miedo iba en aumento. El malestar crecía cuando se cerraban las puertas y aumentaba al despegar. El sudor en las manos y las palpitaciones se apoderaban de él. Si había alguna turbulencia todo empeoraba. No volaba si había mal tiempo y nunca, pero nunca, se sentaba en las filas 13 y 17. Las noticias trágicas de accidentes de aviones eran motivo de recaída. Hasta que un día dijo basta y estuvo durante varios años sin viajar.

Un estudio realizado hace varios años por la socióloga Graciela Romer mostró que el 23% de los encuestados tenía miedo a volar (istock)

Un estudio realizado hace varios años por la socióloga Graciela Romer mostró que el 23% de los encuestados tenía miedo a volar (istock)

Adrián Formigo cuenta que, a pesar que durante años viajó por todos lados, en un viaje hacia España empezó a transpirar, a sentir taquicardia y claustrofobia. Tiempo después, estaba junto a toda su familia camino a Ezeiza y sintió que algo no andaba bien. Despachó las valijas pero, cuando se enteró de que el vuelo estaba reprogramado para unas horas después, recuperó el equipaje y decidió no volver a viajar hasta no poder solucionarlo. “Fui a psiquiatras que me recetaron medicación, pero sólo no podía superar el miedo”.

“El miedo que despierta el avión va de menor a mayor. Empieza por lo que los pasajeros llaman ‘respeto’, luego temor a las tormentas, las turbulencias, el despegue y al aterrizaje. Se siente pánico frente a algún incidente en el vuelo y finalmente se desencadena la fobia a volar cuando la persona decide no volar más”, explicó a Infobae Claudio Plá Alem, médico psiquiatra y director de Poder Volar.

“El proceso no es lineal y depende de varios otros factores: la frecuencia de los viajes y los momentos que la persona puede estar atravesando como por ejemplo duelos, separaciones o mudanzas que los pone más vulnerables”, agregó el médico.

Se siente pánico frente a algún incidente en el vuelo y finalmente se desencadena la fobia a volar cuando la persona decide no volar más

Se siente pánico frente a algún incidente en el vuelo y finalmente se desencadena la fobia a volar cuando la persona decide no volar más

Un estudio realizado hace varios años por la socióloga Graciela Romer mostró que el 23% de los encuestados tenía miedo a volar. Y un 14% se reconocía ansioso. Las turbulencias, las tormentas y el miedo a que se caiga el avión eran los motivos más frecuentes. Para poder soportar los miedos, la mayoría rezaba, se medicaba y, si podía, elegía viajar por otro medio de transporte.

Las personas con miedo pueden hacer todo tipo de rituales como despedirse para siempre de familiares y amigos o levantar los pies del piso para “no cargar peso”. No ir al baño ni moverse (aún en vuelos largos), no dormirse, estar atentos a todos los ruidos y movimientos del avión, mantener durante horas los dedos cruzados, automedicarse con ansiolíticos o tomar alcohol. Es muy común que estén pendientes de las caras de las azafatas y pilotos, o incluso que estudien el comportamiento de otros pasajeros a los que consideran sospechosos de ser terroristas. También hay quienes les piden a las azafatas que les dejen la puerta del baño abierta para no sentir claustrofobia. O, si ven al capitán caminando por el avión, piensen que están desatendiendo el vuelo.

Es un problema bastante frecuente que algún pasajero entre en pánico antes de cerrar la puerta (iStock)

Es un problema bastante frecuente que algún pasajero entre en pánico antes de cerrar la puerta (iStock)

Plá Alem contó el caso de una pasajera que decía que se calmaba si la azafata le llenaba el vaso hasta arriba porque era señal de que sabía que no se iba a mover el avión. En cambio temblaba de miedo si se le llenaba poco el vaso porque era seguro que sabía que iba a haber turbulencias”.

El momento en que se cierra la puerta es clave: “Es un problema bastante frecuente que algún pasajero entre en pánico antes de cerrar la puerta, lo que se convierte en un trastorno complejo porque hay que buscar el equipaje en bodega (nunca puede volar equipaje sin su dueño por normas de seguridad). También conozco un caso de un pasajero que vio entrar al avión a una persona que consideraba “mufa”, dejó sola a su esposa y se volvió a su casa”, agregó el especialista.

¿Puede curarse esta fobia?

El tratamiento, explicó Plá Alem, tiene 4 pasos que consisten en dar información sobre seguridad aérea, meteorología, controles, mantenimiento de los aviones y el entrenamiento de los pilotos. Aplicar ejercicios de respiración y relajación. Medicar a aquellos casos que lo requieran y por último, y lo más novedoso, es la utilización de un casco de realidad virtual para familiarizarse con la experiencia.

El 95% de los las personas en tratamiento mejora la calidad de su vuelo y se siente más aliviado al volar (iStock)

El 95% de los las personas en tratamiento mejora la calidad de su vuelo y se siente más aliviado al volar (iStock)

“El 95% de las personas en tratamiento mejora la calidad de su vuelo y se siente más aliviado al volar, reduciendo los momentos de ansiedad antes y durante el vuelo. Y el 30% de los pasajeros se recupera totalmente, pero eso no significa que si vuelven a tener un contexto de stress o una nueva experiencia ‘traumática’ no puedan tener un eventual retroceso. Posterior al tratamiento recomendamos volar como mínimo 2 veces por año, para fortalecer lo aprendido”.

Alejandro, Pablo y Adrián cuentan que conocer los detalles técnicos del avión, las normas de seguridad y la estadística sobre los accidentes los ayudó mucho para poder superar sus miedos y volver a volar. “Uno tiene mucho miedo a lo que no conoce”, afirmó Alejandro, quien dijo reconocer en esta fobia muchos miedos de la infancia a la oscuridad o a estar encerrado en ascensores automáticos.

Por último, Pablo Chamatropulos destacó que los miedos, aunque irracionales, son heridas que se llevan en el cuerpo. “Los miedos dejan cicatrices que nos marcan. Por eso es importante tener coraje, enfrentarlos y evitar que se consoliden”.

Nota de Daniela Hacker publicada en Infobae