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¿Por qué lloramos en los aviones?
A diferencia de lo que sucedía hace 25 años, hoy en día es difícil encontrar a alguien que no se haya subido a un avión.
Es una experiencia única, de la que hasta hace poco los seres humanos no participaban en grandes números. Así que no es de extrañar que volar produzca en nosotros sentimientos extraños y cosas inesperadas, como por ejemplo llorar.
Se trata quizá de un asunto anecdótico, pero del que existe bastante información. La aerolínea Virgin Atlantic incluso realizó una encuesta en 2011. Más de la mitad de los encuestados, el 55 %, estuvo de acuerdo en que sus emociones se intensificaron mientras volaban y un 41 % de los hombres encuestados reconocieron esconderse bajo mantas para ocultar sus lágrimas.
Así que cuando volamos somos más propensos a llorar, pero la pregunta es: ¿por qué?
Razones psicológicas
La primera razón es muy simple. Cuando abordamos un avión, nuestros miedos e inseguridades viajan con nosotros, incluidos un sinfín de temas mentales.
“A todos los niveles, ya sea de género, religión, raza y formación, mucha gente padece de algún tipo de enfermedad mental, desde la claustrofobia a la agorafobia, y otros tipos de ansiedad”, según el doctor Robert L. Quigley, vicepresidente senior y director médico regional de International SOS y Medaire.
“El estrés que produce viajar es suficiente para provocar cualquier reto de tipo mental”, asegura.
Muy pocos pueden argumentar que el volar no es estresante: llegar a tiempo al aeropuerto, el intenso escrutinio en seguridad, el abordaje y asegurarte que tus pertenencias y tú pequeño cuerpo entra en un espacio reducido, de la manera más rápida posible. Todo eso es ya en sí un reto.
Si viajas solo, estás encerrado en un espacio reducido con un grupo de extraños durante la duración del vuelo. Estás circunstancias ponen a más de uno nervioso.
Luego está la razón por la que viajas. Por ejemplo, te acabas de despedir de un ser querido, o viajas porque tienes una entrevista de trabajo o es porque vas a visitar un lugar donde nunca has estado.
Todas estas cosas resultan estresantes incluso para las personas más estables. Súmale incluso cualquier problema leve de ansiedad (la ansiedad es la más común de las enfermedades mentales, afecta casi al 20 % de la población) y entonces no le resultará tan extraño que más de uno llore en pleno vuelo.
Razones físicas
Los aviones son lugares un tanto particulares, y, a menudo, particularmente incómodos.
Los pequeños asientos y el mínimo espacio para las piernas no sólo contribuyen al dolor de caderas y de rodillas.
“La disposición de asientos tan reducida incrementa la ansiedad: las barreras físicas más básicas resultan invadidas”, dice la doctora Jodi de Luca, una psicóloga de Colorado y experta en temas de altitud y emociones.
“Ya no resulta cómodo viajar. No se cubren nuestras necesidades básicas, como la comida y la bebida, las mantas, las almohadas. Incluso se nos limita el número de objetos que podemos llevar a bordo y que ofrecen algún tipo de bienestar”, añade.
Nos sentimos extraños físicamente, tenemos poco control sobre las circunstancias que nos rodean e incluso podemos sentirnos vulnerables.
Cuando nos sentimos así, recurrimos a ver una película durante el viaje, pero cualquiera que por ejemplo ha llorado viendo una mala comedia romántica, sabe que a veces las películas no funcionan a la hora de contrarrestar los sentimientos emocionales.
La bebida
¿Y qué mejor que acompañar una película con un vaso de vino? El alcohol puede ayudar a reducir la ansiedad que le produce volar a algunas personas, pero también puede tener efectos negativos: puede agravar la deshidratación, algo que afecta a la mayoría de los pasajeros debido a la presurización de la cabina.
Los efectos físicos y psicológicos de la bebida, más la presurización son elementos añadidos, dice Quigley. Así que si bebes un cóctel durante el vuelo, las dos pueden retroalimentarse.
“El alcohol puede hacerte más susceptible – al igual que la hipoxia”, asegura Quigley.
Por su parte, De Luca no recomienda beber durante el vuelo y señala que es peligroso combinar la medicación para la ansiedad con el alcohol. “Puedes tener un fallo respiratorio”, dice.
Entonces la pregunta es: ¿qué hacer si durante el vuelo uno se siente exaltado o nervioso? Una opción es simplemente llorar, tanto como guste pero eso sin molestar a otros pasajeros. Cada persona llora de forma diferente, quizá puedas llorar en privado o sin que otros se enteren.
Pero hay que tener en cuenta que cuando volamos estamos en un espacio público, dice De Luca. Su consejo para los viajeros es que tengan en cuenta su bienestar como el de los otros pasajeros a su alrededor. Si sientes que las lágrimas afloran, considera buscar un lugar privado para llorar (aunque en la mayoría de los aviones buscar ese lugar es un reto).
“Si viajas acompañado, habla de tus sentimientos” todo con el fin de evitar las lágrimas, dice De Luca. Si viajas solo, busca algo que te distraiga. “De esta forma el cerebro está obligado a pensar en lugar de a sentir; haz un crucigrama o un juego de soduku, juega a un videojuego o realiza juegos mentales utilizando el alfabeto”.
Otra opción es buscar un podcast de meditación que te ayude a calmarte y a relajarte.
Hay algunos escépticos sobre si la gente llora más cuando vuela.
El doctor Paul Wicks ha publicado un estudio que demuestra que la gente llora lo mismo que cuando se encuentra en casa y ha calificado el concepto de que lloramos más cuando volamos como un ”pseudofenómeno.”
Nuestra memoria puede ser un factor clave también. Puede ser que en ocasiones recordemos las veces que hemos llorado en un avión con más claridad de otras ocasiones en las que hemos derramado lágrimas.
FUENTE: CNN / Starre Vartan