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De fumar en los aviones a las apps en el celular: cómo cambió el turismo en los últimos 30 años
Un recorrido por algunos de los cambios, innovaciones y sucesos históricos que marcaron la evolución del mundo de los viajes entre 1990 y 2020.
“La sociedad actual se enfrenta a un déficit de tolerancia. El turismo une a las personas, nos ayuda a abrir la mente y el corazón”. Taleb Rifai, ex secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT)
¿Te acordás cuando se podía fumar en los aviones? Si tuviste la oportunidad de viajar en los 90, seguramente habrás visto el sector destinado a los pasajeros fumadores dentro del avión. Hoy parece una locura, pero era así, había filas -pegadas al resto- donde el olor a pucho era moneda corriente. Para los no fumadores ya no importaba tanto la elección del “pasillo” o la “ventanilla”, sino cuán lejos podían ubicarse de aquellas filas que, literalmente, convertían en una humareda la parte trasera del avión. No fue hace tanto, depende de qué región o empresa tomemos como referencia: en 1998 Aerolíneas Argentinas lo prohibió en sus vuelos de cabotaje y un año más tarde, extendió la medida a sus vuelos internacionales.
Cuantificar si es poco o mucho tiempo es, convengamos, muy subjetivo. Pero si viviste el antes y el después, no parece tanto, ¿no? Basta con una mirada atrás, con pensar en los viajes y en ciertas rutinas asociadas a ellos hace unos años para ir marcando montones de cambios, pequeños en el día a día, abismales cuando los analizás a la distancia.
Tomemos, por ejemplo, los últimos 30 años, desde los 90 hasta ahora. En las puertas del nuevo mileno todo el mundo está fascinado con el Concorde, el avión supersónico; de pronto no vuela más porque resulta que no es rentable (y un accidente fatal en 2000 apuró su salida del mercado).
De pronto todos quieren el Airbus A380, el avión más grande del mundo con capacidad para hasta 800 pasajeros, que empezó a volar comercialmente en 2007, y ahora resulta demasiado grande para las cambiantes estrategias aerocomerciales y dejarán de fabricarlo.
Antes viajabas en octubre o noviembre a la Costa para ver qué alquilar para la temporada, ahora resolvés todo viendo las fotos en las web e intercambiando mensajes por WhatsApp con el dueño o con la inmobiliaria.
¿Cuándo fue la última vez que alquilaste y enganchaste el GPS al parabrisas o al tablero del auto antes de abandonarlo definitivamente por algunas de las aplicaciones de mapas del teléfono celular? ¿Te acordás cuando viajabas a Europa con pesetas, liras, francos -el euro comenzó a circular en 2002- o, incluso, cheques de viajero?
¿Y los comentarios online? Hoy nadie concibe organizar un viaje sin una lectura previa de opiniones -algo que facilitó TripAdvisor-, o blogs de viajeros. Un boca a boca multitudinario y accesible a toda hora.
Y así podríamos seguir un buen rato: ticket aéreo papel vs. ticket electrónico; Google Steet View y la posibilidad de “pararte” exactamente en una cuadra determinada en la ciudad que se te ocurra; las agencias de viajes online, los motores de reservas y los comparadores de precios; las redes sociales; la expansión de las low cost y la transformación de las aerolíneas tradicionales, conceptos que se van asentando como turismo sustentable, ecoturismo, slow travel…
En estos 30 años vimos aterrizar a Disney en París, se inauguró el Eurotúnel, se crearon las alianzas aéreas, el smartphone se convirtió en aliado indispensable para el viajero, tuvimos un primer turista espacial (Dennis Tito, 2001), un emirato totalmente desconocido que a comienzos de los 90 logró ubicarse como destino turístico y hub de conexiones (adivinaste, Dubái) y vimos quebrar -hace pocos meses- a Thomas Cook, la agencia más antigua del mundo (fundada en 1841)… y la lista sigue, se vuelve interminable. Cada uno puede sumar innovaciones, cambios, inventos, descubrimientos, adelantos, sucesos históricos y mutaciones.
En estos 30 años vimos aterrizar a Disney en París, se inauguró el Eurotúnel, se crearon las alianzas aéreas, el smartphone se convirtió en aliado indispensable para el viajero, tuvimos un primer turista espacial (Dennis Tito, 2001), un emirato totalmente desconocido que a comienzos de los 90 logró ubicarse como destino turístico y hub de conexiones (adivinaste, Dubái) y vimos quebrar -hace pocos meses- a Thomas Cook, la agencia más antigua del mundo (fundada en 1841)… y la lista sigue, se vuelve interminable. Cada uno puede sumar innovaciones, cambios, inventos, descubrimientos, adelantos, sucesos históricos y mutaciones.
“Los llamados cambios en todo momento de la historia son las consecuencias de factores realmente transformadores de la sociedad y en este caso en el mundo fenomenal de los viajes y turismo. Los drivers más trascendentes de esta mutación son para mí: la tecnología, la digitalización, la inteligencia artificial, la robotización, la innovación, el diseño, la globalización y el cambio climático. La llegada del iPhone, los avances espectaculares en los chips de silicio, el software, y el almacenamiento como el trabajo en red que ha venido a constituir una nueva plataforma tecnológica que está cambiando desde el modo en que viajamos hasta el destino de nuestros países o nuestras relaciones personales”, dice Jordi Busquets, experto en turismo: es asesor de FEHGRA (Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la Argentina), director de Tourism & Hospitality Consulting, fue presidente e integra el board de la IH&RA (International Hotel and Restaurant Association); integra el panel de expertos de la OMT y es miembro fundador de la Academia Argentina del Turismo.
“En el mundo hay unos dos millones de lugares que los viajeros quieren visitar; a su vez esos viajeros pueden escoger entre un mínimo de diez modalidades de alojamiento; ese cruce puede generar más de veinte millones posibles de búsquedas, recordando que hay informes recientes que hablan de 2.300 millones de interacciones diarias entre plataformas-proveedores y consumidores”, dice Busquets.
Si tomamos solo los últimos 30 años, según estadísticas de la Organización Mundial del Turismo (OMT), en 1990 había 435 millones de “llegadas internacionales” en todo el mundo (aclaremos que no miden personas, sino viajes, es decir, una misma persona podría representar varias llegadas internacionales); en 2000 fueron 680 millones. Para 2010 ya eran 952 millones y en 2012, gran hito, se superaron los mil millones de llegadas internacionales. Ya en 2018 fueron 1.407 millones de llegadas internacionales. Y en 2019, 1.500 millones: casi 4 veces más que cuando empezamos a contar unas líneas más arriba.
“La transformación del mundo, de sus modos de producción, del aspecto cultural han acelerado el proceso de globalización y han tenido a los viajes como uno de sus ejes principales. Hace 30 años que la demanda de los viajes a nivel internacional no para de crecer”, dice Aldo Elías, presidente de la Cámara Argentina de Turismo. Y señala que uno de los aspectos fundamentales que ha potenciado los viajes es la facilitación de los visados a nivel mundial.
Tanto la OMT como el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) destacan, además, el gran impacto de la actividad en muchas economías: representa el 10% del PBI mundial y 1 de cada 5 empleos en el mundo están vinculados con esta industria.
Un punto ineludible en esta historia de los viajes es el 11S. Los atentados a las Torres Gemelas en Nueva York y el edificio del Pentágono el 11 de septiembre de 2001 se perpetraron con el secuestro de aviones comerciales y trajeron un fuerte cambio en cuestiones de seguridad.
Las más palpables para el viajero se centran en los aeropuertos, con controles más exhaustivos -especialmente en Estados Unidos, Europa y grandes centros de conexión internacional-, restricciones en lo que se puede llevar en el equipaje de mano -como los líquidos, geles y cremas-, la necesidad según el caso de sacarse el calzado para su revisión, separar los aparatos electrónicos que llevamos en la mochila y la incorporación de escáneres personales.
Paralelamente, se va incrementando año a año el almacenamiento y control de datos personales: en 2019, por ejemplo, se anunció que quienes solicitaran la VISA para ingresar en EE.UU. deberían aportar información sobre sus redes sociales.
Tiempos modernos
Muchos tenemos cartas y postales -propias o de nuestros padres- que mandábamos o recibíamos en los años 70 y 80. Luego vino la compra de tarjetas prepagas en el exterior para llamar a casa desde algún teléfono público a mediados de los 90 (alcanzaban para decir “Estoy bien, los llamo en una semana”) y, años más tarde, la búsqueda de un cibercafé o locutorio para utilizar una computadora que se abonaba por minutos y revisar los mails. Hoy, antes de hacer el check in en el hotel ya estamos tomando nota de la red de wifi para configurar el celular. Y hasta podemos chatear con algún amigo desde el avión.
Abordar los cambios no es tarea sencilla para una sola nota, pero sí podemos detenernos en algunas cuestiones. Todos los expertos consultados coinciden en marcar el desembarco del turismo en Internet, la revolución digital, como un hito que revolucionó la industria y la forma de concebir un viaje y de viajar. El 89% de los viajes en el mundo ya se organizan a través de plataformas digitales.
“La entrada del turismo en el mundo digital y la Internet significó una dinamización de los procedimientos y una facilitación para el acceso a la información. Esto implica un cambio de características exponencialmente progresivas en los últimos 30 años”, dice Elisa Beltritti, decana de la Facultad de Turismo y Hospitalidad de la Universidad Abierta Interamericana.
“Los cambios más significativos están vinculados con los avances de la tecnología que han permitido optimizar los procesos de comercialización de los servicios turísticos y la forma en que los turistas llegan y disfrutan de los destinos. Con la irrupción de la tecnología, los modelos de negocios de muchas empresas se han transformado y lo siguen haciendo. Tenemos mejores opciones de transporte, aviones que consumen menos combustible, enormes cruceros que son verdaderas islas flotantes, y una hotelería que ha optimizado en gran medida sus servicios y comodidades”, agrega Aldo Elías, de la Cámara Argentina de Turismo (CAT).
“El modelo ‘sol y playa’ sigue teniendo vigencia, pero es compartido con otros y el propio modelo tuvo sus transformaciones”, dice la historiadora Elisa Pastoriza, autora de “Mar del Plata, un sueño de los argentinos”, junto con el sociólogo Juan Carlos Torre.
También hay una segmentación cada vez mayor dentro de los perfiles del turista. “Tenemos los clásicos perfiles de turistas de placer, que viajan en familia, pero se han sumado los viajeros solitarios, los millennials, los viajeros con mascotas, lo de lujo, los viajes de negocios”, agrega Elías.
La era del conocimiento
Cuando se trata de organizar la historia del turismo, Jordi Busquets habla de “eras”. Considera que mientras que entre los años 1980 y 2000 estuvimos en la era de la segmentación de mercados, en el presente estamos en la era del conocimiento y la digitalización.
Aquel que no cambie, lo cambiarán o no sobrevivirá”, asevera Busquets, quien además identifica novedades y transformaciones que para él han marcado la actividad. Habla, por ejemplo, de la importancia de la llegada del motor de búsqueda de viajes de Google y también de la expansión del modelo “low cost” que supera al mundo del transporte (rubro en donde se inició este concepto) y presenta grandes desafíos “ya que bajo costo no implica para el viajero una disminución en los estándares de calidad”.
También señala que la mayor parte de la fuerza laboral del turismo está integrada por mujeres: el 54% de las personas empleadas en el turismo en el mundo son mujeres, frente al 39% en otras actividades económicas.
Mirada al futuro
“La gente no viaja más porque le falta plata o tiempo, no porque falte deseo”, dice Elisa Beltritti, recordando que el turismo se ha convertido en un hábito de consumo indispensable.
“Más que nunca el viajar es un derecho irrenunciable. Apalancados en las oportunidades de la nueva tecnología, los consumidores vienen reduciendo las estadías, acortando los plazos de decisión, pero han incrementado el número de viajes anuales. Y en los casos de dificultades y/o menores ingresos se reformulan las prioridades de consumo en los viajes, pero no se deja de viajar”, dice Busquets y habla del tiempo como el gran enemigo o competidor en la vida actual.
Pero en los avances del turismo y el incremento de viajeros en todo el mundo, no todo es color de rosa. Además del cambio climático que obliga a la industria -y a los viajeros- a tomar medidas que protejan el medio ambiente, también se da otra paradoja: destinos que se desesperan por diseñar estrategias que traigan más turistas que gasten su dinero y apuntalen la economía, frente a otros desesperados porque la cantidad de viajeros satura ciudades y expulsa a sus habitantes.
En cuanto a la saturación de algunos destinos, explica: “Tiene que ver con el crecimiento de los viajes, también con los viajes cortos y, desde ya, es un fenómeno muy desigual. Con esto digo: no ‘comprar’ la situación de Barcelona para aplicarla a cualquier lugar. La sensación de ‘ciudad tomada’ por los turistas tiene que ver con el volumen. Pero también con otras cosas, como una forma de hacer turismo que valora más la imbricación con los locales -están por todas partes, alojados en los mismos edificios, comprando en los mismos mercados, y ya no más en circuitos diferenciados, identificables como el rebaño que sigue al guía turístico-. Hay que tener cuidado también con el hecho de que en más de un caso las reacciones contra el sobre turismo esconden otros problemas: ¿la población local está siendo desalojada de sus barrios históricos por los turistas? ¿O en realidad lo está siendo por la especulación inmobiliaria? ¿Rechazan a los turistas porque son molestos o porque son ‘otros’ y el rechazo es el mismo que tienen contra inmigrantes y otros ‘indeseables’? Son preguntas que vale la pena formular y, al menos, ¡vale evitar miradas ingenuas!”.
La tecnología avanza, las crisis -económicas, políticas, sanitarias- llegan y pasan, y en cada rincón del mundo, siempre hay alguien que sueña con un nuevo viaje. Y la rueda vuelve a girar.
Fuente: Clarín- Grisel Isaac 28/1/2020